La Dra. Paula Muñoz, experta en políticas sociales, explica por qué los candidatos, regionales y municipales invierten dinero y esfuerzo en repartir regalos en sus campañas electorales.
Por Javier Paico. 16 septiembre, 2014.Durante los últimos años, se ha incrementado la frecuencia con la que los candidatos recurren al reparto de regalos, como: víveres, enseres para el hogar y hasta dinero, durante sus mítines, particularmente en las elecciones municipales, regionales y congresales. Pero, ¿por qué los candidatos invierten tanto dinero y esfuerzo en este tipo de actividades?
Según la Dra. Paula Muñoz, experta en políticas sociales, ponente en el conversatorio: Participación y competencia política en el Perú, organizado por el Instituto de Estudios Peruanos en la Universidad de Piura, los políticos compran participación en eventos proselitistas para, de esta forma, suplir la falta de vínculos organizativos estables a nivel local. A esta estrategia, popularmente conocida como la portátil, la especialista la denomina ‘clientelismo de campaña’.
“El regalar polos o víveres a los votantes se podría interpretar como un intercambio clientelar, conocido como compra de voto. Sin embargo, durante las campañas de los candidatos peruanos no hay; mayoritariamente, eventos de intercambios clientelares, porque no existe un sistema clientelista organizado”, expresó.
Para que haya un clientelismo de campaña, manifestó, deben existir ‘máquinas’ bien organizadas; es decir, partidos políticos o redes estables de operadores, que se relacionen de forma permanente con la población y les distribuyan diferentes beneficios.
“En el Perú, no hay partidos políticos muy organizados. Lo que priman son coaliciones de independientes que se organizan y se juntan cuando aparece el proceso electoral”, sostuvo. Indicó que estas personas tienden a cambiarse de un grupo a otro y cuando termina la campaña se dicen adiós, no siguen relacionándose. Son agentes libres, que trabajan para diferentes partidos en distintas elecciones; inclusive en la misma elección trabajan para más de uno y los engañan.
Algunos de estos agentes llegan a convertirse en intermediarios políticos. Conectan a la población local con los partidos, pero no son patrones permanentes de redes clientelistas, porque en la mayoría de casos no trabajan a tiempo completo.
Regalos
Entonces, por qué los políticos peruanos invierten tantos recursos en distribuir regalos, si no cuentan con una maquinaria que les permita identificar a la gente que los sigue o la gratitud de sus simpatizantes, estarían desperdiciando su dinero, porque no tienen una organización que les garantice la rentabilidad de sus inversiones.
La Dra. Muñoz explicó que los candidatos se ven en la necesidad de repartir regalos, para comprar la participación de las personas. “Se da algo a cambio de que asistan a los eventos. Les importa mostrar gente que los siga. Esto ayuda a que sean conocidos y viables. Los más vulnerables son los votantes de menores recursos económicos, quienes son manipulados por los políticos que les ofrecen dádivas y les piden a cambio votar por ellos”.
Indicó que esta estrategia es útil para atraer a votantes indiferentes, que de otra forma preferirían permanecer en sus casas y también permite a los candidatos movilizar un gran número de votantes, llenar plazas y demostrar al público su viabilidad electoral. “Esta estrategia es aplicada de forma reiterativa, permitiendo que los más exitosos ganen el voto de electores estratégicos, indirectamente. Asimismo, se incrementa la tendencia de los votantes a pedir algo a cambio de su participación”, refirió.
Explicó que las autoridades peruanas, una vez electas, rara vez desvían recursos públicos para construir relaciones clientelistas duraderas, del tipo que se observan en otros países latinoamericanos como Argentina, México o Paraguay. Esto ocurre porque construir organizaciones clientelistas es costoso y se requiere bastante tiempo, constancia y recursos, por tanto se necesitan políticos con horizontes temporales más largos, dijo.
“Una vez que llegan al poder, lo políticos invierten recursos en estrategias distributivas menos particularistas y costosas y se consagran a la corrupción, la cual está proliferando en la regiones, en parte porque las instituciones del sistema de administración de justicia no fiscalizan. Esto nos lleva a una democracia de baja calidad, porque los políticos solo tienden a relacionarse con los electores durante la campaña”, indicó.
La especialista expresó que el dinero importa cada vez más para competir en las elecciones. “Esto aleja la posibilidad de contar con gente valiosa que quiere hacer las cosas diferentes; pero, por dinero no puede entrar en el sistema. Por ello, es necesario fiscalizar el financiamiento de las campañas y obligar a los movimientos a que presenten sus cuentas a la ciudadanía”.
Muñoz recomendó al público, que sufragará el 8 de octubre, que no decidan por un candidato a último minuto, ni dejarse llevar por quien tiene más gente en su portátil. “Es importante que la población conozca cuáles son sus derechos y que sepan que el voto es secreto, para que no se dejen manipular”.
Diferenciación
Para comprender mejor la participación y representación política en las regiones, Muñoz sostiene que es preciso realizar distinciones conceptuales sobre diferentes estrategias políticas particularistas existentes y su grado de aplicación en el Perú.
“En los distintos análisis que circulan en los medios de comunicación, e incluso en espacios académicos, solemos juntar todos los comportamientos políticos que consideramos perversos en un mismo saco y denunciar. Utilizamos, indistintamente, términos como asistencialismo, clientelaje y corrupción”, sostuvo.
Esta falta de claridad conceptual no permite identificar fenómenos políticos de diferente naturaleza, que tienen consecuencias distintas para la estabilidad de los vínculos políticos y la calidad de la representación democrática, anotó.